martes, 24 de agosto de 2010

LIJANDO LA EDUCACIÓN TRADICIONAL


El lunes 23 de agosto de 2010,  veinte escuelas públicas fueron tomadas por sus alumnos por los problemas edilicios que presentaban. Estos chicos se pusieron a realizar tareas de albañilería para subsanar la indiferencia del estado porteño. El gobierno de la Ciudad respondió solicitándole al colegio la lista completa de los alumnos que participaban de la toma (con nombre, apellido y documento de identidad, así como también nombre y número de teléfono de los padres) para realizar una denuncia, y además Mauricio Macri, jefe de gobierno, sugirió que detrás de estas tomas hay un interés político. Y no se equivoca.
Hay seres políticos que luchan por defender su derecho a la educación en un establecimiento digno. Hay, sí, seres críticos que no se amoldan a que la escuela se cae a pedazos, porque es pública. Hay padres que no los cambian a una privada, a pesar de que éstas tienen un 50% de subvención para atraer a más clientes. (Que dejémoslo claro, no son educandos, son clientes). Hay padres que cuando son llamados desde el gobierno para preguntarles si saben lo que está haciendo su hijo responden: “sí, está lijando la pared de la escuela, para que no se le caiga encima cuando intenta instruirse”.
Lijando paredes no se almacenan nuevos datos que después deberán regurgitarse frente a una mesa de examen. Lijando paredes se aprende a ser críticos del yo, en el ahora, y en el mundo donde se está inmerso.
Macri habla. Michetti lo dice todo.

Parafraseando a Paulo Freire, un opresor siempre va a querer ser opresor. Sólo los oprimidos pueden romper esa dialéctica. ¿Existe algún camino hacia la liberación que no sea mediante la revolución? ¿Y no es la información, la creación del sujeto crítico, ese camino revolucionario?
La educación, entendida como educación formal, que en líneas generales se dedica a aumentar nuestra cantidad de conocimiento y no tanto nuestra capacidad crítica, sólo afianza este sistema dialéctico. Un sistema de exclusión por almacenamiento. Un sistema que equipara al ser con el tener. El opresor se percibe como más, porque tiene más. El oprimido suele percibirlo como más, porque él tiene menos. Repitiendo este formato, en la educación se premia al que tiene más conocimientos almacenados. Es la manera tradicional de evaluación. También la más fácil. Ingesta de datos y vómito de datos. Masticarlos demasiado, no.
Es un sistema educativo que aún hoy enseña en el Jardín de Infantes el “Descubrimiento de América” y en sus actos hace bailar a niños pintados de aborígenes con plumas junto a niños disfrazados de conquistadores, como si hubiera sido una fiesta. Porque, claro, no vamos a ser trágicos con los niños. Y en la Primaria se enseña “La Conquista del Desierto”, dónde enfrentándose a malvados malones el General Roca, que está impreso en nuestro billete de mayor rango, expande el territorio civilizado. Discurso que se repite en la escuela secundaria. El sujeto crítico que más tarde, tal vez, evaluará estos datos y descubrirá que fue una conquista genocida, debe hacer por fuerza un camino que desande los pasos dados en la escuela, a lo largo de 14 años.
Por lo tanto, hay en la educación formal, una carencia de formación crítica sumada a un dudoso contenido. Mientras se mantenga la información tradicional, el método de aprendizaje y de evaluación clásico, la formación del sujeto crítico será el camino de lucha para desarmar esas estructuras, y no el andar de construcción que debiera ser.

Mientras tanto, nuestros sentidos, nuestra percepción, son acallados, atontados. Dice Naomi Klein en La doctrina del Shock: “En las personas torturadas con la privación sensorial (..) se produce una reducción significativa y temporal de la capacidad intelectual durante e inmediatamente después del período de la privación de la percepción (..) los hace más receptivos a las ideas que enunciaban en las cintas [grabaciones con una frase en particular que les pasaban ininterrumpidamente]”. ¿A qué se dedican la mayoría de los medios de comunicación si no es a contribuir a esto? Desde la bajada de línea de una conductora nefasta en un living de famosos a la reiteración sistemática de hechos de violencia, con imágenes que decidida y voluntariamente hieren nuestra sensibilidad, que esconden noticias de mayor violencia, pero una violencia aplicada por parte de las corporaciones hacia el pueblo en general.  Y el pueblo, anestesiado, almacena.
En la educación está la clave. No en la incorporación a mansalva de datos. Y reitero ¿hay alguna posibilidad de liberarse si no es a través de una revolución que quiebre este sistema, precisamente cuando éste empieza a adaptarnos como seres serviles? 

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